El universo dramático de Jan Thomas Mora Rujano, por José Gabriel Núñez

UNA AVENTURA, UNA FASCINANTE EXPERIENCIA NADA FÁCIL, DONDE SE DESTILAN SINGULARES ELÍXIRES INDIGERIBLES Y VENENOSOS

Desde hace más de dos décadas, tal vez desde finales de los ochenta del siglo XX, se ha venido planteando la aparición de una crisis en el teatro venezolano, entendiéndose este como el “teatro de arte” opuesto a las concepciones que sólo han venido buscando la recaudación de taquilla por encima de las ideas. La dramaturgia parece haber abierto esta brecha y se puntualizó un espinoso asunto: la dramaturgia emergente había perdido el norte o el categórico impulso que caracterizó a los autores que se levantaron junto a la bandera de César Rengifo en los años cincuenta y que pareció alcanzar su cima en la década de los 90. En efecto, severas objeciones se hicieron a los dramaturgos que se iniciaban, en cuanto prefirieron abordar un teatro intimista en donde nada se reflejaba de los grandes cambios que se avizoraban en el país. La otra cara mostraba no sólo este divorcio, sino la falta de continuidad en la obra de estos autores, que en su mayoría creaban dos o tres textos en los que se vislumbraba un futuro y sólido dramaturgo, pero que luego desaparecían, bien porque abandonaban el trabajo creador del texto, o porque su teatro no era tomado en cuenta por los directores, ni por los editores.

Sea cual sea la causa, o tal vez las tres se junten para darnos la causa de la crisis en el área de la dramaturgia, el asunto se sigue debatiendo y explorando. El investigador y crítico teatral Carlos Herrera nos habla de una dramaturgia “represada”, apelativo gráfico que se expresa por sí solo, mientras que un numeroso grupo de observadores insiste en que atravesamos un momento de crisis en donde el texto dramático no parece encontrarse cara a cara con Venezuela sino que más bien prefiriese mirar a su espalda. Resulta incómodo plantear este asunto, pero al mismo tiempo necesario si tenemos que estudiar la obra de un autor. ¿Dónde y cómo ubicarlo? ¿Se encuentra en esta larga lista de desplazados, olvidados o fugazmente asomados a nuestros escenarios?

Hay mucho de verdad y poca claridad al respecto, pero hay también sus excepciones. Es el caso de Jan Thomas Mora Rujano.

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